Después de empezar a trabajar el dia 19, entre la gripe y el poco tiempo que me deja la enana para sentarme delante del ordenador a escribir, ya estoy de vuelta.
Hace unos dias tuve un sueño bastante raro. Bueno, mas que raro, diferente. Y es que yo siempre desee salir de la ciudad donde nací entre otras cosas porque no me ofrecía ningún futuro, y mira tu por donde encontré un asturianín que me sacó de allí y me trajo a Oviedo, una ciudad que me encantaba y donde siempre me había encontrado muy a gusto, con famila y amigos.
Pués estaba de vuelta en León. Salía a pasear por sus calles llenas de nieve, solitarias, heladas. Se respiraba una gran paz y yo por fin paseaba tranquila, sola, sin miedo de encontrarme a nadie que me hiciera sentir mal. Estaba en las calles que tantas veces antes había recorrido y era feliz, muy feliz.
De repente empecé a sentirme triste, y es que había algo en mi interior que me decía a gritos que aquel ya no era mi lugar, que me faltaba algo muy importante, mi marido y mi hija no estaban allí conmigo. Entonces tomé una decisión, y supe en ese mismo momento que mi casa estaba donde ellos estuvieran y, aunque nunca olvidaré la sensación de paz que sentía en mi sueño, nada es comparable con la felicidad de estar en mi casa, con mi familia.
Hace unos dias tuve un sueño bastante raro. Bueno, mas que raro, diferente. Y es que yo siempre desee salir de la ciudad donde nací entre otras cosas porque no me ofrecía ningún futuro, y mira tu por donde encontré un asturianín que me sacó de allí y me trajo a Oviedo, una ciudad que me encantaba y donde siempre me había encontrado muy a gusto, con famila y amigos.
Pués estaba de vuelta en León. Salía a pasear por sus calles llenas de nieve, solitarias, heladas. Se respiraba una gran paz y yo por fin paseaba tranquila, sola, sin miedo de encontrarme a nadie que me hiciera sentir mal. Estaba en las calles que tantas veces antes había recorrido y era feliz, muy feliz.
De repente empecé a sentirme triste, y es que había algo en mi interior que me decía a gritos que aquel ya no era mi lugar, que me faltaba algo muy importante, mi marido y mi hija no estaban allí conmigo. Entonces tomé una decisión, y supe en ese mismo momento que mi casa estaba donde ellos estuvieran y, aunque nunca olvidaré la sensación de paz que sentía en mi sueño, nada es comparable con la felicidad de estar en mi casa, con mi familia.